Hasta hace poco tiempo, el control de los niveles de azúcar, la atención en la elección de la comida que se consume, la realización de actividad física y demás chequeos rutinarios en la vida del diabético ocupaban el centro de atención de su tratamiento, por lo que poco espacio se le dejaba al cuidado de la salud mental. Sin embargo, debido a que la diabetes es una condición en la que los cuidados de quien la padece recaen sobre los hombros tanto del afectado como de sus familiares, esta invariablemente termina afectando la salud mental del diabético. Y, pese a que se le haya enseñado que lo más importante es mantener sus niveles de azúcar estables mediante una alimentación balanceada y actividad física, esto de poco o nada sirve si no se le enseña, también, que su salud mental impacta significativamente en sus niveles de azúcar, y por lo tanto en su calidad de vida.
De ahí que para EMANI sea sumamente importante informarles a los estudiantes —y a todo aquel que desee vivir el reto de lograr una vida sin diabetes— por qué enfocarse solo en el aspecto físico es un error cuando se trata de vencer este padecimiento. Por eso, y porque para EMANI la prioridad siempre será brindar las herramientas necesarias para lograr una vida con salud plena, en este artículo se hablará de lo importante que es poner la misma atención al cuidado de la salud mental que al de la salud física, así como de cuáles son las consecuencias de ignorar las emociones cuando se padece diabetes.
Vivir con diabetes puede ser un verdadero reto cuando no se conoce qué es o cómo esta afecta distintas áreas que componen la vida de quien la padece. Desafortunadamente, la información que las instituciones médicas convencionales ponen a la mano de las personas acerca de la diabetes no suele ser detallada, ni mucho menos proporcionada con la paciencia y empatía que el diabético necesita. Por ejemplo, cuando se trata de dar seguimiento al diabético, las consultas en las clínicas y hospitales suelen limitarse a simplemente indicar más medicación sin establecer una mayor comunicación que ayude al diabético a comprender la complejidad de su estado de salud, lo cual es natural, pues desde hace años la problemática de la diabetes ha rebasado las posibilidades del sistema médico convencional. De tal forma, este sistema se ha limitado a contener los síntomas de la diabetes a base de fármacos, sin brindar más ayuda o información que realmente permita al diabético conocer a cabalidad su condición para aprender a vivir con calidad de vida.
Así pues, la información que se les suele dar a los diabéticos tiende a concentrarse en aspectos básicos como el cuidado de la alimentación, la importancia de la actividad física y del seguimiento de la medicación. Todos ellos, aspectos externos enfocados en los efectos físicos que la diabetes trae consigo, pero ¿se habla acaso de aspectos internos como el manejo de los pensamientos y emociones, cuyo principal impacto recae precisamente en los niveles de azúcar del diabético? Lamentablemente no.
La realidad es que el cuidado de la salud mental es igual de importante que el cuidado de la alimentación, de la actividad física y, en su defecto, de la medicación, porque, aunque no se hable del impacto que tienen los pensamientos y las emociones en el diabético, estos tienen el poder de hacer que, incluso, todo el trabajo invertido en los aspectos mencionados anteriormente sirva de poco o nada, ¿la razón?: las hormonas.
Cuando el cuerpo está sometido a tensión o estrés por periodos prolongados de tiempo, el organismo, en respuesta, libera hormonas como la epinefrina (adrenalina), el glucagón, la hormona de crecimiento y el cortisol que, en términos generales, favorecen al aumento de glucosa en sangre para asegurarse de tener suficiente azúcar o energía lista y disponible. Se trata de un complejo sistema de autodefensa que, a nivel endocrino, permitía al ser humano luchar por su vida o huir cuando existía alguna amenaza cerca. El problema es que justo este mecanismo de defensa del ser humano primitivo propicia que una de las mayores amenazas del hombre moderno, la diabetes, se complique todavía más.
El principal problema de que las emociones tengan un impacto tan importante en los niveles de azúcar en la sangre de los diabéticos es que muchos lo desconocen. Por eso es tan común que, aunque un diabético siga todas las indicaciones brindadas por su médico y preste atención a su alimentación, a su actividad física y, en su caso, a los fármacos prescritos por su especialista, sus niveles de azúcar no logren bajar o estabilizarse; pues muy seguramente se estará ignorando el volcán de emociones que hay en su interior sin atender. Sobre este aspecto ya ha comenzado a hablarse desde distintas instituciones, como el Centro para la Diabetes y la Salud Mental (CDMH) y, por supuesto, EMANI, instituciones interesadas en visibilizar la importancia de enseñar a los diabéticos que parte de su rutina de autocuidado es también aprender a manejar sus emociones.
Y es que, si se observa bien, la diabetes es una de las condiciones de salud más estigmatizada, pues alrededor de ella giran múltiples ideas erróneas que contribuyen a incrementar la zozobra de quien la padece. Ya, por ejemplo, desde que se recibe la noticia de que se tiene diabetes la vida da un vuelco, pues además se habla de un futuro en el que la persona está condenada a medicarse de por vida, sin poder encontrar nunca alguna solución a su mal. Y, si a eso se le agrega la falta de orientación humana y empática, la carencia de información brindada por instituciones médicas públicas y los temores por los estragos que genera en el cuerpo ya conocidos por todos, se tienen las condiciones perfectas para que las emociones comiencen a formar un cúmulo de respuestas endócrinas adversas que solo volverán más difícil su tratamiento. Además, a esto cabe añadirle que diversos estudios recientemente han demostrado que existe una estrecha relación entre los efectos cognitivos y emocionales que desarrolla la diabetes, como la depresión crónica o la ansiedad, y una disminución considerable en la capacidad de autocuidado que el diabético necesita para cultivar una vida sana y feliz. Pero, y entonces, ¿qué hay que hacer?
Desde el Naturismo Integral la invitación siempre será darle la misma atención a la salud mental y a la gestión asertiva de las emociones, que a los demás aspectos que propician la salud física. No es casualidad que al ingresar a la Academia cada estudiante cuente con un tutor y un psicólogo que lo acompañe durante todo su proceso, brindándole las herramientas necesarias para ser capaz de gestionar sus pensamientos y emociones negativas, pues de esta forma, poco a poco se le enseña al diabético a construir la paz y claridad mental necesarias para llevar a cabo las acciones y hábitos diarios que le permitirán decirle adiós a la diabetes.
Sin duda, una vida emocionalmente estable se traduce en niveles de azúcar estables. Pero antes de poder hablar con el diabético de la importancia de cultivar hábitos saludables en su vida, para poder revertir su condición, se debe llevar la atención de este hacia su gestión de emociones y salud mental. Finalmente, solo una persona interesada en comprender sus pensamientos y emociones, así como la forma de canalizarlos de forma adecuada, será capaz de desarrollar estrategias de acción necesarias cuando sus pensamientos y emociones amenacen con debilitar el cultivo de los hábitos y actos de autocuidado requeridos para tener bienestar en la vida. Nunca es tarde, y pese a las dificultades que la diabetes trae consigo, todo aquel que desee adentrarse en el cuidado de su salud mental encontrará un indiscutible aliado en EMANI.
Mejorar tus niveles de azúcar
Encender la esperanza de que Sí es posible Vivir Sin Diabetes
Prepararte para transformar tu vida y Vivir Sin Diabetes
Víctor Sánchez
Psicólogo
Director General de EMANI
Director del Departamento de Psicología
Cuando se me presentó la oportunidad de ser parte de EMANI, la verdad no me era muy atractivo, eso cambio cuando comprendí a cabalidad la misión y visión de la empresa, ahora que tengo el puesto de Director General de EMANI y Director del departamento de psicología, esta labor en conjunto me llena de satisfacción por la manera tan profunda como cambiamos las vidas de nuestros increíbles estudiantes.