Mariano Díaz Vázquez fue valorado con diabetes al inicio de este año, luego de haber lidiado con los primeros síntomas que se le presentaron. Originario de Tapalpa, un pueblo ubicado en el estado de Jalisco en su natal México, y actual residente de Concord, California, Mariano Díaz no había recurrido al sistema médico durante los más de 20 años que ha vivido en Estados Unidos. Sin embargo, el cansancio y la sed intensa que se presentaron durante los meses anteriores al dictamen lo impulsaron a tomar la decisión de acudir a un chequeo general: “Me la detectaron el seis de enero, pero yo ya pensaba que la tenía desde antes, que yo ya estaba padeciendo desde dos meses antes, o más”.
Las primeras alertas que sintió el señor Mariano frenaron su ritmo de vida, indicándole el avance de la diabetes: “Llegaba de trabajar y me estaba sentado en el carro una hora o dos de lo cansado que me sentía, y llegaba a mi casa y me sentaba en la silla de lo débil que estaba; eso me llevó a ir al médico”. Sus hijos ya le habían comentado que probablemente sus malestares tendrían relación con la diabetes y, a pesar de creer que así podría ser, el temor de confirmarlo fue, por un momento, más fuerte que la incertidumbre de no tener claro qué era lo que afectaba su cuerpo. Al sentimiento de miedo que ya se hacía presente, se añadió la tristeza que le dio al señor Mariano cuando el médico le comunicó la noticia de la identificación del malestar: “Me hicieron la prueba de sangre y salí alto, 328 mg/dl, y ya me dijo que tenía diabetes y más me fui para abajo yo; mentalmente, sentí muy feo”.
“Yo le pregunté [al médico] que si esto era temporal; yo ya sabía que esto no se alivia supuestamente, porque así cuenta la gente, pero aun así le pregunté «Oye, ¿cuánto tiempo voy a tener esto?», dijo «Para toda la vida. Te vamos a dar medicamentos», y me dieron el provit de 500 mg, una diaria tenía que tomar”. Durante las noches que siguieron al día en que lo valoraron con diabetes, la preocupación ahuyentó toda posibilidad de descansar, pues el señor Díaz pasaba el tiempo despierto, dando vueltas a un montón de pensamientos que aparecían en su cabeza debido al futuro incierto de su salud: “¡Qué bárbaro! Me la pasé feo unos días, me la pasé muy mal. Me puse a investigar en Google y ya me decía que no tenía remedio, que uno acaba en el panteón”. A pesar de que en el dictamen que le dio el médico se aseguraba que la diabetes sería una parte permanente en la vida de Mariano Díaz, él no perdió la esperanza de que habría una solución real: “Dije «¡No! Para esto tiene que haber un remedio»; y uno empieza a pensar diferente, que cómo iba a estar así, «Cómo voy a regresar a mi casa con mi familia, tanto tiempo aquí en este país que me vine, me vine bien e irme mal, no, está muy mal. A lo mejor regreso en una caja», son los pensamientos de uno cuando está con esa enfermedad”, dijo recordando su angustia.
Ya que las pastillas que tomaba no tuvieron algún efecto notorio en su condición —ni positivo ni negativo—, el señor Díaz probó remedios naturales a los que les dio la oportunidad de ayudarle a sentir una mejoría: “Me dijeron que tomara hueso de aguacate con hoja de aguacate para que se me bajara el azúcar, como un té, y la canela, esas dos”. Sin embargo, la verdadera solución estaba muy cerca de presentarse, pues al tercer o cuarto día de haber sido valorado con diabetes, encontró en Facebook un video en el que escuchó hablar del naturista Ezequiel Montaño: “Decía que cómo remediar la diabetes, un vídeo que estaba viendo; entonces, como estaba débil, dije «Deja aparto esto para verlo después», y no lo vi en ese momento, pero sí le dije a mi patrón lo que había encontrado”. Poco después, cuando tuvo la oportunidad de revisar el contenido en las redes sociales del naturista, comenzó a implementar los consejos que ahí escuchaba. Fue así como hizo a un lado la idea de probar los diferentes tés o plantas de las que había investigado, además de dejar de consumir los medicamentos recetados por el médico: “Nomás tomé nueve pastillas, no me acuerdo si seguidas, una cada día, porque yo ya había pasado a lo del naturista. Empecé a tratar de hacer lo que dijo Ezequiel, lo del agua fría en la mañana, porque lo empecé a seguir. Yo ahí me animé, y yo dije «Aquí, esto tiene que funcionar»”.
Aunque no se encontraba totalmente seguro de que se pudiera remediar la diabetes sin consumir medicamentos, sus ganas de sentirse mejor lo impulsaron a continuar adentrándose en el Naturismo Integral que recién comenzaba a conocer: “Vi que iba a haber un seminario en San Francisco. Al primer seminario que tuvo no fuimos, porque estuvo ahí, luego en Sacramento y otra vez regresó a San Francisco, y la segunda vez sí fuimos. Creo que fue en febrero, no sé qué día, pero en febrero. Le dije a mi patrón y a dos trabajadores, y fuimos cuatro a ese seminario; nomás’ tres seguimos y los tres ya superamos el problema”. Fue en ese evento donde Mariano se inscribió para formar parte de la Academia de Naturismo Integral, decidido a comenzar una nueva forma de vida que le permitiera recuperar su salud: “Mientras uno se cure de esta situación que lleva a la tumba, está mejor todo. Pagar buen dinero no importaba porque yo iba a ganar. Con la diabetes no puede trabajar uno, sin el malestar se puede trabajar y ganar dinero, lo recompensa”.
Una vez que su tiempo como estudiante en EMANI dio inicio, el señor Mariano recibió su Programa de Salud Educativo y se enfrentó al primer cambió que representó un reto: acostumbrado a no tratar con la importancia debida a su alimentación, Mario —como lo llaman sus compañeros— no había aprendido a cocinar, y mucho menos pensó que algún día lo haría a partir de una serie de consejos de nutrición. “Cuando vi el programa dije «¿Cómo le voy a hacer?», porque yo compraba aquí la comida. Se me hizo difícil los primeros días; yo empecé hasta la quincena para animarme a hacer las comidas yo mismo, y ahora se me hace muy fácil.” Sus ganas de ejercer un cambio en su vida lo motivaron a continuar preparándose con todo lo necesario para cumplir con las disciplinas del Naturismo Integral y, eventualmente, los resultados fueron notorios. Desde la primera semana descendió el nivel de azúcar en la sangre del señor Díaz, hasta 154 mg/dl, y partir de entonces los números fueron mejorando: “Empecé al cuarto mes el tercer programa, y a medio mes de iniciar me hicieron el chequeo de la A1C, y me lo entregaron hasta que se cumplieron los tres meses del primero; salí en 5.7%, muy bueno”.
Los cambios en su cuerpo y salud no solo se manifestaron en el interior, sino también al exterior; Mariano pasó por una reducción significativa en su peso, llegando hasta las 120 libras, situación que generaba duda en quienes lo veían, pues era constante que le preguntaran si se encontraba bien: “Me decían «Mario, estás bien flaco, ¿qué tienes?», «No tengo nada, yo me siento muy bien» respondía porque me sentí muy bien. Ahorita ya estoy agarrando peso otra vez, ahorita ya tengo 128 libras”. Además, dado que tener salud en el cuerpo implica buscar también la salud mental, el señor Díaz se propuso trabajar en el control sobre sus emociones con mayor atención respecto al enojo que anteriormente se apoderaba muy fácilmente de él: “He tratado ya no enojarme, enojarme de nada. Antes me enojaba bien fácil, pero nomás’ yo solo. Ahorita trato de evitar todo eso para no alterar mi cuerpo”.
Mariano Díaz ahora forma parte de la amplia lista de exdiabéticos que han vivido la eficacia de modificar toda una vida de malos hábitos para cambiarla por una en la que se aprende a no enfermar mediante el Naturismo Integral. A pesar de haber recuperado su salud, aún continua con su plan alimenticio y llevando a cabo las actividades que plantean las 35 disciplinas aprendidas: “No me fue difícil dejar comidas porque mi pensamiento era llegar a curarme; aborrecí todo lo que es carnes, los jugos, las malteadas, nada de azúcar, absolutamente nada”. Para el señor Mariano ya no es necesaria la carne y seguir implementando lo aprendido en EMANI se refleja en sus actuales niveles de azúcar, que se mantienen entre los 84-87 mg/dl por las mañanas, hasta los 117-120 mg/dl por las tardes, sin rebasar ese límite.
Al acompañamiento que tuvo por parte de la Academia a lo largo del proceso de cambio, Mariano lo recuerda como muy motivante: “Mi relación con mi tutor y mi psicóloga fue muy buena. Ellos me ayudaban con videos o con palabras para compartirme los cambios que debía seguir haciendo. A mi tutor le hacía preguntas de la comida, sobre todo. Ellos animan a uno a seguir y eso es lo que ocupa uno para continuar adelante”. Contrario al impulso que recibía por parte de sus mentores, la mayoría de las personas a su alrededor mantenían sus dudas acerca del proceso y los nuevos hábitos que Mariano incluyó en su vida: “El problema de algunos amigos es que no creen, como dicen que la diabetes no se remedia, entonces la persona no va a saber hasta que lo intente. Me decían «¿por qué comes eso? Come pollo, come carne, eso es alimento», otros decían que estaba bien, había diferentes opiniones. Un amigo me dijo que yo estaba loco: «Tienes que ir con personas que sepan, ¿por qué vas con una persona que no sabe? Nomás’ te van a sacar el dinero», y yo decía «Pues yo pago lo que sea con tal de aliviarme»”.
A pesar de la negativa de la gente a su alrededor, el señor Díaz no deja de recomendar la Academia a las personas que conoce que padecen diabetes e invita continuamente a quienes han sido valorados con el padecimiento a no perder el tiempo y actuar en pro de su salud: “El problema de la salud es que va llevándolo a uno a la tumba poco a poco; se descompone un órgano, luego te van dando pastillas, después insulina, y ya lo dejan morir a uno”. Como exdiabético, Mariano es ahora una prueba de que cuando se quiere tener salud, aprender a cuidarla es primordial. En medio de toda la contrastante información que recibió, Mariano otorgó su confianza a la única que le presentó una alternativa real, una en la que la sentencia de una vida entera con diabetes desapareció, para dar paso al nuevo panorama de oportunidades que se abre frente a él: “La solución está a la mano, la cosa es que se animen a empezar. Nada van a perder, se va a necesitar dinero y a lo mejor ese ahí se iba a quedar, pero mejor usarlo para cuidarse uno, para vivir una vida mejor el tiempo que nos queda”.
Mejorar tus niveles de azúcar
Encender la esperanza de que Sí es posible Vivir Sin Diabetes
Prepararte para transformar tu vida y Vivir Sin Diabetes
Víctor Sánchez
Psicólogo
Director General de EMANI
Director del Departamento de Psicología
Cuando se me presentó la oportunidad de ser parte de EMANI, la verdad no me era muy atractivo, eso cambio cuando comprendí a cabalidad la misión y visión de la empresa, ahora que tengo el puesto de Director General de EMANI y Director del departamento de psicología, esta labor en conjunto me llena de satisfacción por la manera tan profunda como cambiamos las vidas de nuestros increíbles estudiantes.