EL NEGOCIO DE LA DIABETES

Por Ezequiel Montaño

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La diabetes es un padecimiento crónico que no solamente trae consigo la dificultad para procesar el azúcar en el cuerpo, sino que está acompañado de diferentes malestares que repercuten de forma física en múltiples órganos, lo que deriva en una disminución en la calidad de vida y un costo tremendamente elevado por tratar de recuperar la salud. Esta perspectiva proviene de la medicina tradicional, que no solamente se ha encargado de mantener y difundir la idea de que la diabetes es permanente, sino que es la misma industria médica la que receta y comercializa el uso de fármacos, dosificándolos de modo que la persona permanezca atada a la compra constante de estos.

En los países desarrollados, la diabetes consume un aproximado del 4.5% del gasto total del presupuesto de salud. En el caso de Estados Unidos, esta afectación ha tomado una importancia mayor en los últimos años, puesto que al menos 1.5 millones de personas la padecen en la categoría de tipo 1, mientras que 32.5 millones sufren de diabetes tipo 2. Dentro de este desolador panorama, los gastos en cuestión de salud se tornan preocupantes cuando se considera que tan solo la insulina —el medicamento encargado de compensar la falta de producción de esta hormona por parte del cuerpo— en este país tiene uno de los precios más altos a nivel mundial, llegando a costar entre $375 y $1000 dólares por mes.<br>

En promedio, el control de la diabetes a partir de la medicina tradicional tiene un costo de $16,752 dólares, más del doble de lo que supone el desembolso en el área de bienestar personal de los no diabéticos. Cuando se tiene seguro médico, la cobertura amortigua el gasto en, al menos, una cuarta parte de lo que podría llegar a ser en caso de no tenerse. Se debe considerar que el golpe económico que generan los padecimientos se categoriza, a partir del propio trastorno de salud y sus repercusiones en la vida diaria, en 2 grandes grupos: los costos directos, que son generados a partir de la valoración y el tratamiento de la afección, y los costos indirectos, aquellos que se acumulan a consecuencia de la disminución en la productividad y la calidad de vida. 

Costo inevitable en la salud

A pesar de que en el mercado de medicamentos existen los llamados “genéricos”, cuyo valor resulta más accesible en comparación al resto, para la insulina no hay hasta el momento un genérico cuyo valor mejore con relación al precio. La patente de la producción de este medicamento salió a la venta en el año de 1921, por el precio único de 3 dólares; sin embargo, desde el momento en que los avances tecnológicos permitieron la creación de nuevas versiones, las anteriores han desparecido de los puestos de venta, por lo que los consumidores deben adquirir las nuevas cuyo valor se otorgó a partir de las empresas, a pesar de que muchos expertos indiquen que las nuevas fórmulas de insulina no son significativamente mejores que las anteriores más baratas.<br>

Es usual encontrarse ante la mentalidad de que, si de salud se trata, cualquier costo es necesario, aunque no sea accesible; sin embargo, los intereses de los fabricantes toman un papel relevante cuando estos no establecen el valor de los fármacos con relación a los ingresos del promedio de la población diabética, por lo que personas con una entrada económica limitada deben pagar mucho de su dinero total por sus medicamentos.

Aunque todo tratamiento para la salud tenga un costo, la elección de uno verdaderamente efectivo torna el gasto en una inversión. Dicha elección debe considerarse desde la comprensión de que la medicina tradicional se encuentra lejos de otorgar una solución que permita al diabético realizar un gasto que se limite a un lapso determinado, mientras se alivian los malestares y el padecimiento en general, pues entra en conflicto con los intereses de las grandes empresas productoras de medicamentos y la concepción del desarrollo de la diabetes como una condición permanente.

Un verdadero negocio a expensas del diabético

Si bien la labor de los fabricantes de medicamentos es bien recibida por la mayor parte de la sociedad, la privatización de los sistemas sanitarios permite a las farmacéuticas establecer el rango de los precios en el mercado, lo que deriva en el aumento de precios no controlados. Los intereses económicos empresariales, sumados a la falta del desarrollo de políticas reguladoras y de apoyo al diabético, son elementos que arruinan la economía de la sociedad que apenas logra sobrevivir. En teoría, todas las empresas tienen la responsabilidad de respetar los derechos humanos, como lo es la salud, por lo que no solo los sistemas gubernamentales deberían participar en la elaboración de programas de control de precios o coberturas adecuadas de seguros médicos.

La manera más adecuada para reducir el pago de medicamentos o tratamientos que impliquen cargos hospitalarios es la prevención, por lo que, con la participación conjunta del sector público y privado, debería estimularse la elaboración de programas de control y prevención de la diabetes basados en la educación y, por lo tanto, el cuidado, exhortando a la población a la realización de actividad física, a la par de que se le informe acerca de los beneficios de la alimentación adecuada y los hábitos de vida saludables.<br>

El Naturismo Integral ofrece un programa equilibrado entre costo y resultados, partiendo de la premisa de que la salud no debe ser una carga económica, sino un derecho de nacimiento que puede recuperarse a partir de un estilo de vida adecuado. La verdadera atención temprana, luego de la valoración de la diabetes, reducirá las complicaciones derivadas del padecimiento, lo que a su vez representará una reducción significativa tanto en el tiempo como en el dinero que el diabético invierte. La apuesta es clara: información, control y educación de manera que pueda prevenirse y tratarse adecuadamente cada padecimiento de salud que pueda presentarse.

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Víctor Sánchez

Psicólogo

Director General de EMANI

Director del Departamento de Psicología

Cuando se me presentó la oportunidad de ser parte de EMANI, la verdad no me era muy atractivo, eso cambio cuando comprendí a cabalidad la misión y visión de la empresa, ahora que tengo el puesto de Director General de EMANI y Director del departamento de psicología, esta labor en conjunto me llena de satisfacción por la manera tan profunda como cambiamos las vidas de nuestros increíbles estudiantes.