El miedo es una respuesta involuntaria ante situaciones varias que ponen en riesgo al ser humano. A lo largo de la vida, uno va encontrándose con circunstancias que desencadenan el miedo de manera tan cotidiana que se puede llegar a adoptar como una emoción común y, aunque efectivamente es normal sentir miedo, no debe ser aceptado como parte de una forma de vida.
Al contrario de lo que se pudiera llegar a pensar, los efectos del miedo no siempre duran unos pocos segundos o minutos mientras el cuerpo y la mente procesan la causa del susto; para muchas personas el efecto no es momentáneo, sino que les toma días o meses entender la circunstancia que les asusta para luego hacerle frente y, durante ese lapso, viven con las alteraciones biológicas y psicológicas que implica.
Estudios neurobiológicos explican el desarrollo del miedo de la siguiente manera: la amígdala ―una pequeña estructura alojada en el seno del sistema límbico, el cerebro emocional― se activa al detectar un posible peligro, desencadenando la sensación de miedo, con lo que el cuerpo comienza a prepararse para huir, pelear, o quedar paralizado. Además, mientras esto sucede, aumenta el consumo de energía celular, se dispara la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre crecen; se eleva el ritmo cardiaco y la sangre fluye hacia los músculos, se desencadena una cascada hormonal desde el hipotálamo hasta la hipófisis y las glándulas suprarrenales, y el torrente sanguíneo recibe una inyección de adrenalina y cortisol.
Al momento de los cambios biológicos que implica el miedo, el efecto se ve reflejado también al exterior, desde la piel hasta la expresión facial; sin embargo, ¿puede esta alteración repercutir en la condición de una persona con diabetes? Sí, puede afectarla de dos maneras. Primeramente, sucede que la mente tiene una fuerte conexión con el estado de la salud, las emociones forman parte del alimento diario. No hay que olvidar que una de las 4 Naturalezas que conforman al Naturismo Integral es la de la Mente.
En segundo lugar, hay que recordar que el incremento de adrenalina y cortisol significa también un aumento en el nivel de azúcar y para el diabético el miedo puede ser más que una respuesta instantánea, pues ese repentino aumento de azúcar tiene un mayor eco, además de que los miedos a los que se enfrenta una persona con diabetes, en la mayoría de los casos, se derivan del pensar en los efectos físicos del padecimiento, por lo que suelen ser más prolongados.
Permitir el paso del miedo a la mente durante un largo periodo conduce al diabético a un peligroso ciclo, pues ante el surgimiento de un problema de salud mental, se dificulta el seguir un plan de cuidado de la salud, agravando los problemas relacionados con la diabetes y entonces empeorando a la par la salud mental.
Muchos diabéticos pasan la mayor parte del tiempo preocupados por los síntomas del padecimiento, desarrollando miedo desde el momento en que hay que decidir si asistir al médico para una primera valoración, hasta cuando ya se ha confirmado la diabetes en el cuerpo. Piensan constantemente en el temor que les provocan las inyecciones y las pastillas, así como la nueva dieta a enfrentar e, incluso, tienen miedo de lo que otros puedan pensar de ellos por su condición. El miedo aumenta cuando se conocen las consecuencias más extremas de la diabetes, y hasta pueden llegar a pensar en el terror que provoca la muerte.
Así también, la aceptación de un nuevo estilo de vida, que implica no solo cambios en la alimentación, sino en prácticas comunes de la cotidianidad, no suele darse de manera inmediata, de hecho, es aún más usual que la persona permanezca en negación, derivando después en miedo por el futuro incierto de una supuesta vida entera con diabetes.
Los sentimientos abrumadores pueden conducir a la persona a un descuido total de su salud y a elegir hábitos nada favorables, dejar de monitorear su azúcar ante la incertidumbre del resultado e, incluso, a faltar a sus citas de seguimiento con su profesional de la salud.
Como se ha expuesto anteriormente, ante el miedo el organismo produce adrenalina y cortisol, por lo que el cuerpo asimila este aumento como una necesidad de mayor energía, para lo que libera glucosa en la sangre. Este proceso es igual para una persona diabética que para las personas no diabéticas; en el caso de un individuo saludable, este efecto no tiene mayor importancia porque su organismo regula automáticamente los niveles de azúcar para mantenerlos dentro de lo ideal, así que usualmente el aumento pasa desapercibido. Por el contrario, si un diabético experimenta esta situación muy a menudo, su nivel de glucosa aumentará de forma alarmante durante esos episodios de miedo, deteriorando con mayor fuerza su salud, manifestando mayores síntomas y generando mayor preocupación.
Cuando no se presta la atención necesaria a la diabetes, el riesgo de las complicaciones relacionadas con ella aumenta significativamente. Comúnmente el miedo se presenta en los diabéticos a causa del desconocimiento que tienen de los cuidados que habrá que empezar a implementar después de la valoración del padecimiento. Por lo regular, el diabético piensa en una supuesta incapacidad de sí mismo para hacerle frente a su problema de salud y termina cerrando los ojos ante su realidad con la esperanza de que su miedo se vaya, pues cree que, si no lo ve o no lo piensa, el problema desaparecerá.
Por todo esto es que es tan importante entender que mantener un control sobre el miedo y el resto de las emociones similares —que no deben ser reprimidas ni vistas como malas— representa una atención hacia la salud física y psicológica, pues ayuda a anticiparse a las consecuencias negativas de un estado prolongado de miedo y permite mantener un equilibro en las actividades que se adoptan como parte de un estilo de vida, dado que también el temor por el padecimiento puede conducir a la persona a llevar al extremo los hábitos considerados saludables, aislándose socialmente o rechazando comidas sin fundamento alguno, con tal de evadir la diabetes.
El primer consejo para poder controlar esta emoción es no dejarse paralizar, la diabetes es una condición que requiere de responsabilidad y acción inmediata para llegar a revertirla, por lo que evadirla o abandonarse ante el padecimiento solamente conducirá sin duda alguna a que se hagan realidad los temores.
La información también será una gran aliada en esa lucha contra la diabetes y el miedo pues otorgará las herramientas para poder reaccionar. Es necesario documentarse acerca de la situación y de cómo se maneja la diabetes, no solo a partir de lo que el médico que realizó la valoración haya dicho, o los comentarios de la familia o los amigos, sino a partir de múltiples fuentes confiables, y qué mejor que hacerlo a partir de EMANI, la única academia especializada en revertir la diabetes. Igualmente, es de enorme ayuda conocer testimonios de otras personas que ha pasado por la misma situación o aún mejor, que ya han eliminado su problema de salud, pues esto siempre ayuda a construirse un panorama más amplio.
Otra manera para perder el miedo es sentirse en compañía; formar parte de un grupo o contar con una red de apoyo contrarrestará la sensación de soledad que el dictamen puede haber hecho sentir. Vivir el proceso de cuidado en compañía de alguien facilita ver a la diabetes como un padecimiento del que uno se puede reponer, y el apoyo impulsa siempre a mantenerse en el camino hacia un cambio de hábitos, especialmente si viene de los seres queridos.
En el proceso de recuperación de la salud, el Naturismo Integral ofrece no solamente la información acerca de lo que es la diabetes, sino también la respuesta ante la búsqueda del regreso de la salud. Como una medida más para enfrentar el miedo, EMANI asigna a los estudiantes de su academia un tutor que no solamente enseña las disciplinas que componen el método de recuperación, sino que además acompaña al estudiante paso a paso frente a los obstáculos que aparecen en la cotidianidad, conduciéndole por el claro camino de un futuro sin diabetes.
Mejorar tus niveles de azúcar
Encender la esperanza de que Sí es posible Vivir Sin Diabetes
Prepararte para transformar tu vida y Vivir Sin Diabetes
Víctor Sánchez
Psicólogo
Director General de EMANI
Director del Departamento de Psicología
Cuando se me presentó la oportunidad de ser parte de EMANI, la verdad no me era muy atractivo, eso cambio cuando comprendí a cabalidad la misión y visión de la empresa, ahora que tengo el puesto de Director General de EMANI y Director del departamento de psicología, esta labor en conjunto me llena de satisfacción por la manera tan profunda como cambiamos las vidas de nuestros increíbles estudiantes.