¿Puede comer azúcar el diabético sin que afecte sus niveles de azúcar en sangre?

Por Ezequiel Montaño

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Una de las primeras cosas que se le dice a quien le acaban de detectar diabetes es que, de ahora en adelante, deberá limitar o eliminar por completo su consumo de azúcar. El problema es que ante esta restricción muchos diabéticos encuentran uno de los principales obstáculos para bajar sus niveles de glucosa en sangre: su afición a los alimentos azucarados, misma que se ha fomentado en sus vidas desde que eran unos niños, pero ¿será que todo lo dulce está prohibido para los diabéticos?, ¿o es que hay distinciones entre los diferentes tipos de endulzantes, e incluso, entre los azúcares de las frutas? ¿O acaso será que el diabético puede comer azúcar sin que afecte sus niveles de azúcar en sangre? Estas y otras cuestiones de importancia serán abordadas en este artículo para descubrir por qué algunas personas viven enganchadas a los alimentos azucarados y cómo romper con esta adicción por el azúcar.

El origen de un dulce mal para el diabético

Lo primero que hay que entender es que todo alimento ingerido por el ser humano —ya sea salado, ácido, etcétera—, tras un complejo proceso de metabolización que se lleva a cabo al interior del cuerpo, será sintetizado en azúcar (glucosa) que las células aprovecharán como fuente de energía para que el cuerpo pueda realizar todas sus funciones. Una vez que se entiende esto, es posible darse cuenta de que, de hecho, el problema no es el azúcar, sino el proceso por el cual este será convertido en energía al interior del cuerpo. Esa es la razón por la cual comer frutas ayuda a hacer descender los niveles de azúcar en sangre, pues al comerlas, aunque se ingiere un tipo de azúcar llamada fructosa, también se come la fibra que el cuerpo necesita para evitar un incremento en los niveles de azúcar en sangre. De ahí que, en realidad, el problema sea consumir alimentos que no contengan fibra ni ningún otro nutriente porque su absorción ocurre de manera inmediata elevando los niveles de glucosa en sangre; de hecho, si se piensa bien, estos no deberían ser considerados alimentos, puesto que para el cuerpo solo representan calorías vacías que, a la larga, crean la famosa resistencia a la insulina que antecede al desarrollo de la diabetes tipo 2.

Entonces, el azúcar no es un alimento. La azúcar morena o blanca que se encuentra en la mayoría de los hogares, aquella con la cual se endulza la inmensa mayoría de los platillos como: cereales, pastelillos, etcétera, no es un alimento, sencillamente porque no nutre, al contrario, produce elevaciones de la glucosa en sangre que son muy perjudiciales para la salud del diabético y para las personas, en general. Y aquí muchos podrían preguntarse cómo es esto posible si se supone que el azúcar proviene de la caña, y la caña es una fruta, ¿no es verdad? Si bien, el origen del azúcar blanca o morena es la caña de azúcar, esa que se puede masticar en trozos para extraerle el jugo en la boca, el proceso por el cual el azúcar termina convertida en la presentación conocida por todos, tiene nada menos que siete estados previos que corresponden a cada proceso de refinación:

En primer lugar, se tiene la caña de azúcar; luego, el mascabo, que es la caña triturada y calentada para que se pueda compactar; después, viene el piloncillo, también llamado panela; luego viene la azúcar melaza que es líquida, tipo chapopote; luego, la azúcar morena oscura; después, la azúcar morena clara y, finalmente, la azúcar blanca. Así como puede verse, la azúcar blanca y la morena, que son las que mayormente se consumen en los hogares de millones de personas, han perdido todas las vitaminas y los minerales que contenía el jugo de la caña de azúcar; de hecho, hasta de la melaza es posible obtener unos pocos nutrientes, aunque claro, acompañados de altas concentraciones de azúcar, porque cuando un alimento se corta pierde nutrientes y más aún si se somete a cocción. Por esta razón, ningún tipo de azúcar, en cualquier estado de refinación que se encuentre, es saludable. De hecho, solo hay dos maneras de consumir alimentos dulces sin que se suba el azúcar; una de ellas es a través de una planta llamada Stevia rebaudiana, y la otra es a través del consumo de la miel de agave; dos alternativas de endulzantes que ya se abordarán mejor en próximas entregas.

Desengancharse psicológicamente de lo dulce

Desafortunadamente, en muchas ocasiones ni siquiera conociendo los efectos negativos del azúcar o que su consumo no aporta ningún tipo de nutriente, es suficiente para que las personas se desenganchen de él, pero ¿por qué? La respuesta a esta pregunta se haya en la infancia. Todo aquel que reconozca que tiene un problema para dejar de comer alimentos azucarados, seguramente tiene un tipo de apego psicológico o emocional a su consumo debido a que fue acostumbrado desde muy temprana edad a comer azúcar en cualquier presentación: dulces, golosinas, postres, etcétera, ¿y de quién se aprendió esto? Por su puesto, de los padres o cuidadores principales. Precisamente del hogar es que se hereda el mal hábito de comer alimentos endulzados, a veces en exceso, y luego, por eso es tan difícil dejar de consumirlos ya de adulto, pues se trata de una conducta repetida y reforzada por años, asociada, además, a un sinfín de vínculos afectivos y emocionales.

Ahora, si solo se tratara de un mal hábito, quizás sería más fácil desengancharse del azúcar, sin embargo, la realidad es que existen evidencias de que el consumo de azúcar se trata de una adicción doble: por un lado, se tiene el aspecto meramente conductual y, por el otro, el de la reacción química que se genera en el cerebro con su consumo. A propósito de esto, se han llevado a cabo estudios con ratones de laboratorio a los cuales se les dio de beber agua con cocaína y una vez que se percibió que estaban enganchados con esta droga, se agregó otro recipiente con agua azucarada, ¿el resultado? Que todos los ratones al cabo de un tiempo prefirieron beber del agua azucarada, por encima, incluso, del agua con cocaína. Para muchos especialistas la explicación se haya en que el azúcar produce una liberación de dopamina en el cerebro. Esta hormona, también llamada “la hormona del placer” es la responsable de la adicción al azúcar debido a que desencadena en el cerebro una serie de reacciones placenteras que rápidamente producen la necesidad de más. De ahí que haya personas que le echan azúcar a todo, y cada vez en mayores cantidades. Además, si a esto se le suma que la cultura del hombre moderno está plagada de productos y alimentos procesados con cantidades absurdas de azúcares, el resultado es, precisamente, que más personas alrededor del mundo estén desarrollando resistencia a la insulina y eventualmente, diabetes tipo 2.

Hay que entender que el problema del consumo de azúcar debe ser abordado con seriedad e información. Lo primero es ser consciente de que entre más azúcar se consuma, más efectos nocivos se van a tener sobre la salud. Por eso, es sumamente importante que el diabético busque desengancharse lo más pronto posible del azúcar.

Desde el Naturismo Integral se proponen dos maneras:

  • La primera es desenganchándose paulatinamente y para esto, se recomienda comenzar por cortar de tajo el consumo de cualquier bebida que no sea agua natural, pero, permitiéndose continuar endulzando las comidas de naturaleza dulce con alguno de los dos endulzantes que se mencionaron anteriormente: la Stevia o la miel de agave.
  • La segunda manera de desengancharse del azúcar, y la más efectiva, es igualmente, acostumbrándose a que la única bebida que debe entrar al organismo sea agua natural, pero, en cuanto a las comidas, estas no deben contener ningún tipo de endulzante, nada en absoluto, solo se permite comer fruta. Si bien esta última es la más ruda, también es la que ayuda al organismo a soltar más rápidamente la dependencia por el azúcar. En cualquiera de los dos casos, cuando se sienta ansiedad o necesidad de comer algo dulce, hay que asegurarse de tener fruta picada a la mano para aminorar con esta la necesidad de dulce. Con esto, además, se logrará reeducar al cerebro a liberar dopamina ante el estímulo de un tipo de azúcar mucho más beneficiosa para la salud, la que tienen las frutas de forma natural.

Nada más dulce que vivir sin diabetes

Una de las primeras cosas que se le dice al diabético es que deberá limitar o eliminar por completo su consumo de azúcar. Pero ¿cómo conseguirlo si se ha pasado prácticamente toda la vida acompañado de este dulce mal? Se trata, sin duda, de un reto difícil, pero absolutamente necesario para hacer descender los niveles de azúcar en sangre. Por eso, en EMANI se apuesta por explicarle al diabético la situación real de su dependencia al azúcar. No se trata solo de un mal hábito, sino de una verdadera adicción que requiere ser vista como tal para poder atenderla como es debido. Se trata de una necesidad que surge desde dos flancos: el psicológico, por los vínculos emocionales, y el químico, por la liberación de dopamina. No obstante, situarla en su justa dimensión no significa que vencerla sea imposible, solo que no hay que subestimarla y dejarlo todo a la fuerza de voluntad. Por eso, en EMANI se sugiere generar estrategias para cuando esa necesidad de dulce asalte al diabético, por ejemplo, teniendo a la mano una fruta para que, con los azúcares naturales de esta, el cerebro poco a poco comience a reeducarse.

Finalmente, hay que pensar que el placer y el alivio que el cuerpo sentirá al consumir azúcar durará apenas unos pocos segundos, mientras que una vida libre de diabetes lo hará por el resto de los días, y no hay nada más dulce que vivir sin ella.

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Víctor Sánchez

Psicólogo

Director General de EMANI

Director del Departamento de Psicología

Cuando se me presentó la oportunidad de ser parte de EMANI, la verdad no me era muy atractivo, eso cambio cuando comprendí a cabalidad la misión y visión de la empresa, ahora que tengo el puesto de Director General de EMANI y Director del departamento de psicología, esta labor en conjunto me llena de satisfacción por la manera tan profunda como cambiamos las vidas de nuestros increíbles estudiantes.